Combinar el ejercicio con una buena alimentación es considerado como un tratamiento preventivo en el desarrollo de ciertas enfermedades, además de ayudar a mejorar la salud de aquellas personas con algún padecimiento; incluso, contribuye a reducir las secuelas que ocasiona una enfermedad, así se dio a conocer en la ponencia inaugural de Juntos por la Salud, evento organizado por 11 programas de pregrado del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB).
En su participación con el tema “Cuidado de la salud con el ejercicio físico”, la doctora Nadhesda Iveth Quiñónez Pérez, docente del ICB, dijo que hacer actividad física con frecuencia trae beneficios no solamente fisiológicos, sino también en los aspectos psicológicos y sociales.
Reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, prevenir la aparición de osteoporosis, mejorar la capacidad de hacer esfuerzo sin fatiga, prevenir la atrofia muscular y fortalecer el cuerpo son algunos de los beneficios físicos que, aseguró la doctora Quiñónez Pérez, se consiguen al hacer actividad física.
“También ayuda a mejorar la respuesta inmunológica ante infecciones. Ahora, en estos tiempos de COVID, el ejercicio nos va a ayudar a combatir todo tipo de infecciones; por eso se ha recomendado la práctica del ejercicio físico”.
En el aspecto psicológico, la ponente indicó que los beneficios que se consiguen con el ejercicio son la disminución del estrés mental y el aumento en la autoestima; mientras que, socialmente, las personas podrán incrementar su autonomía para hacer sus actividades regulares y distraerse de los problemas de la vida cotidiana.
Por su parte, en la conferencia “Cuidado de la salud desde la alimentación”, Alejandra Romero Bejarano, maestra del ICB, comentó que, en los últimos años, se ha descubierto que la alimentación influye mucho en el desarrollo o prevención de enfermedades.
Señaló que el consumo de frutas, verduras, semillas, granos enteros y leche disminuye el riesgo de padecer enfermedades coronarias, cardiacas, así como la aparición de ciertos tipos de cáncer.
Pero, por el contrario, la experta indicó que un aumento en el consumo de carne roja, embutidos y bebidas azucaradas incrementa el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad, diabetes e, incluso, cáncer.
En una encuesta de salud que se realizó en 2018 por el Instituto Nacional de Salud Pública, se encontró que, en México, el 85.8 % de la población de más de 20 años consume bebidas no lácteas endulzadas, jugos, refrescos y bebidas energéticas; el 35.4 %, una gran cantidad de botanas, dulces y postres; el 33.9 %, cereales dulces; y el 16.6 % toma bebidas lácteas endulzadas. “Es preocupante la alimentación que estamos teniendo”, aseguró la ponente.
“En los jóvenes que pasan por su etapa universitaria, se ha visto que hay hábitos que favorecen el desarrollo de enfermedades, como comer alimentos no nutritivos, muchas veces ocasionado por la ansiedad o el estrés. Comen papitas, chicharrones, cosas con grasa, y llegan a omitir sus comidas por la presión que tienen en su época de exámenes o entrega de proyectos”.
Estas pláticas formaron parte de la primera jornada de actividades de Juntos por la Salud, evento que tiene el objetivo de mantener informada a la comunidad estudiantil sobre diversos aspectos que ayudan a mejorar la condición física, mental y emocional.
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