Analizan la crisis carcelaria en Ecuador

Investigadores del Instituto de Altos Estudios Nacionales ofrecieron una doble conferencia sobre la situación que enfrenta ese país

En Ecuador, las cárceles son el segundo lugar más peligroso para vivir, dijo la doctora Carla Álvarez Velasco en la doble conferencia magistral “La crisis carcelaria en Ecuador”, que ofreció con el doctor Daniel Pontón Cevallos, y agregó que para la persona que ingresa a la prisión esto constituye casi una pena de muerte. 

Los dos conferencistas son investigadores del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) de Ecuador y presentaron un panorama sobre la situación que enfrenta el país sudamericano, que recientemente ha registrado dos motines en sus prisiones que han arrojado como resultado casi doscientos reos muertos. 

La conferencia fue organizada por el Departamento de Ciencias Jurídicas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), a través del Programa de Seguridad y Políticas Públicas, y se desarrolló de manera virtual. 

La doctora Álvarez Velasco mostró una gráfica que muestra los lugares donde se registra el mayor número de homicidios en el país; la ciudad de Guayaquil y la zona costera ocupan el primer lugar, y las prisiones el segundo sitio. 

Los investigadores del IAEN presentaron un panorama sobre los factores que propician la violencia, algunos de los cuales no alcanzan los altos niveles que se padecen en otros países, aunque sí han registrado un incremento en los últimos años. 

Agregaron que, aunque Ecuador no se encuentra entre los principales países productores de cocaína —el combustible para el crimen organizado—, sí es un lugar de tránsito para el trasiego de droga hacia el principal mercado que es Estados Unidos. En los últimos tiempos, se han incrementado las incautaciones de droga. 

En lo que se refiere a la cantidad de armas que circulan en el país, esta es mucho menor a la que se registra en países como Brasil y México. 

La migración ilegal es otro de los fenómenos donde han tenido un incremento, y se considera que el tráfico de personas es uno de los delitos más lucrativos. 

Otro de los factores que mencionaron los investigadores es el de las bandas criminales, que se estima son entre siete y diez las más peligrosas, de las cuales sus principales cabecillas están en prisión y tienen relación con dos de los cárteles mexicanos: el de Sinaloa (CDS) y el de Jalisco Nueva Generación (CJNG); aunque este vínculo es todavía incipiente, según el investigador Pontón Cevallos. 

“Sin los factores que propician la violencia no tienen los niveles graves como los que hay en otros países; la crisis carcelaria se trata de explicar, porque el país tiene un sistema de leyes muy punitivas y existe un abuso de la prisión preventiva y pocas medidas alternativas”. La doctora Álvarez Velasco citó el ejemplo de que tener un vehículo con llantas lisas es causa de encarcelamiento. 

Dijo también que el sistema penitenciario recién registró un recorte monetario y pasó de 131 millones de dólares a 91 millones, lo que provoca que las condiciones de vida para los reclusos en la prisión sean indignas con montones de basura que sirven para ocultar drogas y armas, que proliferen ratas y sean foco de enfermedades.  

Otro problema que se genera es que haya un déficit de guías penitenciarios o guardias, ya que en promedio se tiene un guardia para doscientos reclusos cuando el estándar internacional marca que debe haber uno por cada diez internos. 

Esta falta de personal provoca que no se pueda impedir el ingreso de armas al penal, como municiones y explosivos, y otras armas que han sido utilizadas en las masacres que se han registrado durante el año. 

Otro factor que mencionó la investigadora es la falta de liderazgo político, que provoca una inestabilidad institucional; directrices ambiguas; pugna entre los poderes del Estado; y un manejo poco técnico de la crisis. 

Dijo también que ante la sensación de inseguridad en el país, se tiene una especie de  

populismo seguritista en el que la gente es muy propensa a exigir mano dura por parte del gobierno para frenar la violencia cuando en realidad eso no es necesariamente lo adecuado, porque a veces es más efectivo utilizar la inteligencia y no la fuerza. 

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