El estrés generado en crías de rata separadas de la madre a temprana edad fue el paradigma evaluado por investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas para estudiar los efectos crónicos a nivel de retina, tejido del sistema nervioso central, y de células inmunes circulantes.
Para esta investigación se trabajó con ratas, que tenían dos días de nacidas, y que fueron separadas tres horas al día durante trece días consecutivos de su madre, explicó la doctora Marbella Chávez Solano.
Agregó que luego de esa separación controlada, dividieron a las ratas en grupos para evaluar las consecuencias de dicho estrés en tres etapas de vida de los animales: adolescencia, adultez y vejez. Todo ello con la finalidad de analizar a detalle el impacto sobre su sistema inmunológico y en retina por efecto de la separación materna en sus primeros días de vida.
“Estos animales estuvieron en unas buenas condiciones de cuidado, con dieta, humedad y temperatura controlada. Estas ratitas estuvieron muy bien atendidas, no tuvieron otro estímulo más que la separación materna inducida en sus primeros días de vida”, dijo la doctora Chávez.
En el análisis de sangre de estos animales se evaluó el ciclo celular y la actividad mitocondrial de las células inmunes, la cual mostró una alta respuesta inmune inducida por el estrés a temprana edad, explicó la doctora Mariana Grigoruta.
“Esta activación crónica del sistema inmune provocada por la separación materna la vimos en las ratas adolescentes y adultos jóvenes. La importancia de esta activación temprana radica en que otros estudios han demostrado que la inflamación crónica participa en el desarrollo de enfermedades crónicas, como las neurodegenerativas, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares”, explicó la doctora Grigoruta.
Sobre el análisis de la retina de estos animales, la doctora Chávez comentó que en el grupo de ratas viejas se encontró una alta cantidad de daño en ciertas neuronas de este tejido que son necesarias para mantener la integridad del sentido de la vista.
Asimismo, explicó que en el grupo de ratas viejas separadas maternalmente también se encontró un incremento de la proteína GFAP, la cual es una proteína glial fibrilar que se usa como un marcador de daño en la retina consecuencia de algunas patologías, como la diabetes, o bien, por daño físico o químico. “Cuando se sufre un golpe o algún daño en la retina hay un proceso inflamatorio que puede llevar a la muerte de ciertas neuronas de este tejido”.
La doctora Grigoruta añadió que no solo la separación materna provoca daños al organismo, sino cualquier estrés psicológico al que se expone en edad temprana, debido a que el sistema nervioso y el sistema inmune aún son inmaduros, “y cualquier daño en esta etapa de la vida va a afectar a largo plazo, o permanentemente el organismo”.
Otras investigaciones que se han realizado en personas han demostrado que la exposición al estrés psicológico, como los abusos o el abandono durante la infancia, puede llegar a generar, a largo plazo, problemas de depresión, agresión o alguna inestabilidad emocional.
Algo interesante que se encontró en esta investigación, aseguró la doctora Chávez, es que, sin producir un daño físico o químico directo en los animales, únicamente con estrés psicológico, se puede generar daño similar a algunos procesos neurodegenerativos que podrían afectar a largo plazo.
“Lo interesante del estudio es que, usando únicamente un estrés psicológico, como la separación materna, se pueden producir rasgos compatibles con otros tipos de daño; físico, químico o mecánico a nivel de sistema nervioso central y de sistema inmune e incluso los efectos pueden manifestarse a largo plazo”.
Por Isamar Herrera.
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