Pintor en lienzos de mármol 

Paco descubrió su talento cuando trabajó en una cantera de Cuencamé,  Durango  

Dicen que la necesidad hace al maestro y es precisamente lo que sucedió con Francisco Javier Rodríguez Orozco, administrativo de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), quien hace unos años, al verse con algunos problemas económicos, aprovechó las vacaciones de verano para irse a trabajar a una cantera en Cuencamé, Durango, donde descubrió que en él habitaba un talento extraordinario.  

Paco, como prefiere ser llamado, cuenta que hace seis años, aproximadamente, pesaban sobre él algunas deudas que lo hicieron recurrir a un trabajo lejos de casa y nada que ver con su profesión: ingeniero en Sistemas Computacionales y maestro en Administración, que ejerce puertas adentro de la Rectoría de esta casa de estudios.  

“Ahí en la cantera empecé a ver cómo sacaban la piedra del cerro, cómo extraían el mármol de una mina y la traían a la cantera, cómo lo metían a las cortadoras, cómo salían las lajas, cómo trabajaban las herramientas de corte y cómo combinaban el agua para que no saliera mucho polvo”.  

Acaparaban su atención aquellas formas extrañas y particulares que lo hacían orbitar en una constelación de dudas.  

“Yo todo preguntaba”, recuerda. Así que no dejó de indagar y acumular aprendizaje.  

Menciona que al llegar a casa no solo echó a andar lo aprendido, sino que también experimentó y dio color al mármol. De solo hacer puras líneas rectas empezó a dibujar su entorno: portadas de películas famosas, bandas de rock, artistas de diversos géneros y personajes conocidos.  

Su técnica es lo que podría denominarse “desbastado en mármol (desbastar es el proceso de rebajar la materia hasta que se definen los volúmenes dominantes)”, para dar contorno a sus creaciones.  

“Elegí el mármol travertino por ser el más noble, por permitirme tanto dibujar sobre él como tallar y sacar los relieves que se quieran obtener”.  

El mármol lo manda traer de Gómez Palacio, Durango.  

Gracias a esta técnica se le permite a la gente tocar estas obras, e incluso pueden ser apreciadas por personas con alguna discapacidad visual.  

Como dato curioso su hijo Javier Armando Rodríguez Cano aprendió a dibujar en mármol siendo daltoniano.  

“Yo apenas estoy aprendiendo, no sé mucho la verdad. Antes no sabía dibujar nada. Batallé un poquito con los colores, así que para este cuadro que hice de Dalí usé los que vi más llamativos. Lo hice, claro, con la ayuda y guía de mi padre, que está tratando de transmitirme su don”.  

Hasta hoy la colección de cuadros de Paco rebasa las 250 pinturas, en su mayoría de 18 x 18 pulgadas. Pero deja algo en claro: “no están a la venta” por ser producto de su pasión. Sin embargo, no se cierra a la posibilidad de que alguien le encargue un autorretrato.  

“Lo único que necesitamos es una foto para nosotros ampliarla, encuadrarla en la pieza de mármol y, como ustedes lo pueden ver, tener un resultado muy favorable”, destaca el artista.  

“Mi participación es ayudar con la pintura; además, fui modelo en uno de los cuadros que es, yo creo, de los más innovadores que hemos hecho hasta ahora”, expone Alexa Valeria García Ogaz, novia de Javier.  

Se trata de un cuadro que refleja el lado izquierdo de su rostro y que, con una mezcla de luces y sombras, revela algo especial.  

Javier hace la demostración durante una galería improvisada para esta entrevista, en la sala de juntas Calmécac, en la Rectoría de la UACJ.  

“Ahora sí, apaguen la luz”, emite la orden Javier para entonces recostar el cuadro sobre una mesa, encender la luz de su celular y posarlo por encima de la obra.  

Ante la mirada de los presentes, se revela su propio perfil con lujo de detalle. A este cuadro lo denominaron Alexavier.  

La técnica en general a Alexa Valeria le sigue pareciendo innovadora.  

“Estos cuadros son empáticos hasta con los invidentes, porque se pueden tocar en comparación con otros cuadros que, al tocarlos, se pueden manchar o dañar. Siento que es algo muy importante que le falta al arte. Yo estudio Psicología, entonces a mí me llama mucho la atención cómo se pueden fusionar ciertas técnicas para lograr una mayor inclusión”.  

Para culminar la entrevista, Francisco Javier Rodríguez Orozco reflexiona: “Pienso que todas las personas tenemos un don y que lo vamos descubriendo poco a poco. En mi caso tal vez fue por accidente, pero nunca pensé llegar a esto evidentemente”.  

“Por ejemplo, al principio pensé: si puedo hacer una línea recta puedo hacer una línea curva. Si puedo hacer una línea curva puedo pintar. Es decir, es un proceso que tiene que ver con una vocación, o un don, que podemos ir acrisolando y, al final, encontrar una respuesta, ya sea con tus padres, tus amigos, incluso en el trabajo”.  

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